diciembre 12, 2006

Bibliotecas devastadas

Biblioteca de la Universidad de Basora, 2006



Biblioteca Nacional de Bagdad, 2006


Con esta quema de libros también contribuimos al edificio de la España, Una, Grande y Libre. Condenamos al fuego a los libros separatistas, liberales, marxistas; a los de la leyenda negra, anticatólicos; a los del romanticismo enfermizo, a los pesimistas, a los del modernismo extravagante, a los cursis, a los cobardes, a los seudocientíficos, a los textos malos, a los periódicos chabacanos (…) En España los hombres jóvenes tienen el valor de quemar vuestros libros y, sobre todo, de quemarlos sin un gesto de aflición”

(Diario Arriba, 2 de mayo de 1939. Comentario al “Auto de Fe” celebrado a las puertas de la Universidad Central de Madrid el 30 de abril del mismo año)

diciembre 03, 2006

El ilusionista, Norton y el romanticismo



Hemos dado en creer, con los pasos de unos siglos a otros, que el Romanticismo decimonónico tuvo que ver principalmente con el romance, a saber: encuentro amoroso preferentemente desdichado y de final trágico. El amor y sus desdichas estaban descartados: los románticos del XIX se asignan el étimo del romance inglés o del román francés (novela extensa de aventuras para nosotros) queriendo significarse así como individuos capaces de ver lo imaginable, de palpar lo intangible, conscientes de que no todo lo que nos rodea es realidad. Por algo –no es casual- el cine aparece como epígono de éstos, a finales de esa centuria, abatiendo de miedo a todos cuantos en aquella sala presenciaron la llegada del tren.

La película de Neil Burger es romántica; Eisenheim es un romántico: cuando cubre a Sophie con la capa roja y la enfrenta al espejo sabe que su vida comienza ahí, en la humildad de aceptar que el azogue y sus figuras son otra posibilidad a la que Leopoldo le ofrece, en el poder humano de saberlo.